Con grandes esperanzas, los miembros de la organización publicaron
avisos en el periódico local, visitaron a las autoridades y crearon
menús saludables. Estaban seguros de tener todo bajo control, pero no
estaban preparados para la respuesta de la comunidad, que fue
rotundamente negativa. Las autoridades escolares desestimaron las
sugerencias de cambiar los menús con el pretexto de restricciones de
presupuesto, la arbitrariedad de hacer responsables a las escuelas por
algo que pertenece al ámbito familiar y el hecho de que a los niños les
gustaba la comida de los comedores (Un director de escuela dijo: “Les
recuerda a Mc Donalds”). Los padres se quejaron diciendo que no era
“obesidad” o que era simplemente obesidad infantil que desaparecería con
la llegada de la adolescencia. Y además opinaron que la comida de los
comedores era buena – igual a la que comían en casa.
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